Llegada y estancia en Luxor

Luxor está situada en el sur del Alto Egipto, en la orilla oriental del Nilo, y forma parte de la antigua ciudad de Tebas. La esencia de Luxor nunca ha cambiado,  ni siquiera cuando llegaron las épocas griega, romana, copta e islámica. Se construyeron muchas iglesias y mezquitas cerca o sobre algunos de los templos, pero Luxor siguió siendo una ventana a la historia del antiguo Egipto y fue designada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979.

Luxor, anteriormente conocida como Tebas (la ciudad de las cien puertas), tiene algunos de los enclaves arqueológicos más extraordinarios y muchos la consideran el museo al aire libre más grande del mundo, donde se encuentran lugares tan majestuosos como el Valle de los Reyes o Deir el Bahari, el templo construido por la Reina Hatshepsut.

Durante estos días descubrirá tranquilamente el Templo de Karnak, el complejo religioso más grande construido por el hombre. Visitaremos el Valle de los Reyes, al Templo de Hatshepsut, las tumbas cerradas al publico de: Tumbas de Seti I, Tut Ankh Amon, la Tumba de Nefertari en el Valle de las Reinas, y el Museo de Luxor, que contiene una selección muy interesante de esculturas del imperio nuevo y una colección de estatuas que se habían encontrado en la “Cachette” del templo de Luxor.

Disfrutaremos con la antigua Necrópolis de Tebas en la orilla oeste del Nilo comenzando en el famoso Valle de los Reyes. Este valle sagrado fue alguna vez el cementerio de los faraones durante el período del Imperio Nuevo de Egipto y contiene magníficas tumbas excavadas en la roca, muchas de las cuales están decoradas con imágenes y textos religiosos fascinantes y de colores brillantes que aún conservan su vitalidad hasta el día de hoy.

Si bien los antiguos egipcios construyeron enormes monumentos a sus dioses, dedicaron asimismo tiempo y recursos en la construcción de hipogeos. Estas elaboradas tumbas se encuentran en la orilla occidental del Nilo.

Durante el Imperio Nuevo de Egipto (1550-1095 a.C.), el valle se convirtió en un lugar de enterramiento real para faraones como Tutankamón, Seti I y Ramsés II, al igual que para algunas reinas y príncipes de las dinastías XVIII, XIX y XX.

Estas tumbas estaban bien provistas de todos los bienes materiales que un gobernante pudiera necesitar en el otro mundo. Los tesoros -como las máscaras de oro encontradas con el rey Tutankamon son deslumbrantes, pero los túmulos también contenían artículos más prosaicos.

Los hipogeos estaban provistos de muebles, ropas y joyas. También comida y bebida para llevar al otro mundo, así como los objetos sagrados destinados a ayudar al difunto a alcanzar la vida eterna, incluso compañeros predilectos: perros de caza, babuinos y gacelas.

Los ladrones de tumbas, los cazadores de tesoros y los arqueólogos llevan siglos explorando el Valle de los Reyes, pero sigue dando sorpresas, como en 1922 cuando Howard Carter descubrió el lugar de descanso de un niño rey llamado Tutankamón, al cual nos acercará el autor Antonio Cabanas.

Visitará las tumbas: Tumbas de Seti I, Tut Ankh Amon, y la Tumba de Nefertari

Seti I, segundo faraón de la dinastía XIX y padre del gran Ramsés II, hizo construir su templo funerario en Abydos, el centro de culto de Osiris y erigió la tumba mas hermosa del Valle de los reyes. Las magníficas decoraciones que recorren sus muros aún hoy siguen fascinando a sus modernos visitantes, quienes no dudan en catalogarla como la capilla sixtina del Valle de los Reyes.

La visita a la tumba de Tutankamón nos acerca a uno de los faraones más conocidos, pero la realidad es que el reinado de este rey fue corto y difícil.

Entronizado con apenas nueve años, el clero de Amón quiso convertirlo en el símbolo de la restauración de los antiguos dioses después del monoteísmo del “hereje” Akenatón.

Reinó durante una década, muriendo alrededor de los 20 años en circunstancias que siguen siendo objeto de debate, y fue enterrado en un discreto hipogeo en el Valle de los Reyes. Allí quedaría en el olvido durante más de 3.000 años hasta que el arqueólogo Howard Carter abrió la pared de su tumba casi intacta y, a la pregunta de si veía algo allí, respondiera “sí… cosas maravillosas”. Pero lo que nadie esperaba era que varias muertes entre el círculo relacionado directamente con el descubrimiento del tesoro de Tutankamón reforzarán la creencia de la maldición de los faraones, que caía sobre aquellos que osaban desafiar su descanso.

La tumba de la Reina Nefertari está decorada con las magníficas pinturas que ornan su sepulcro en el Valle de las Reinas, e ilustran el ascenso que emprendían los difuntos desde el inframundo hacia la luz del dios solar Re.

La tumba de Nefertari es un verdadero palacio mortuorio pues se compone de siete cámaras y aunque cada una de ellas tiene sus particularidades, la más impresionante es la que contenía el sarcófago; para llegar a ella hay que bajar unas estrechas escaleras de madera. Lo primero que aparece frente a los visitantes al llegar son cuatro macizas columnas, también decoradas, tras las cuales se hallaba el ataúd donde reposó la reina momificada.